jueves, 26 de abril de 2012

SLOW TELEVISIÓN


No hay experiencia sin reflexión, dicen. Por eso estamos aquí, de vuelta. Hay nubes y claros. Indicaciones: no mirar al objetivo. Rostros atezados, interesantes... Eufemismo de que ya pintan canas. Han pasado siete años. Las nubes no son de lluvia.

Fuera de cámara: “Van a cerrar el museo” (en el que nos conocimos) “Los alfareros no piden dinero al ayuntamiento, pero quieren celebrarla feria del barro. Les niegan espacios y permisos” (costumbre) “Me lo dicen a mí, pero yo no me quiero meter en otra plataforma.” Sabe que no suena convincente. 

Renunciaron a cuestiones personales y laborales para resistir. En contra, un gigante de acero, cemento y chatarra esponsoreado por el partido entonces en el poder, sus tentáculos de criatura verniana. Lucha desigual. Pacíficamente, con humildad y la tenacidad de quienes van con la razón por delante. Ahora el aire es nuestro…

No evito mostrarles simpatía. Pueden mirar con orgullo a sus hijos. Sabrán perdonarles no haber pasado más ratos juntos, al igual que parejas y familiares… Aquellos vecinos que creyeron las bondades de periódicos abonados a la mentira y la política de quienes hacen fortuna con la ilusión de la gente, seguramente, les obvien el saludo y no les perdonen nunca.

Por el visor veo personas que han crecido, superados miedos y delaciones. Creo que puedo hacer un largo plano secuencia de esas comisuras levantadas, que distan de aquellas otras bocas rectas, cuando las imposiciones y la veda en los medios. Quizá sea la causa, ésta, de que hagamos slow televisión y nos peguen etiquetas.



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